«Mi experiencia es que si uno pregunta cuántas mujeres tuvo Enrique VIII de Inglaterra, el 95% de alumnos de distintas carreras de grado y de posgrado te las dicen por orden de aparición, pero si se les pregunta quién era Simón Rodríguez y qué pensaba. no tienen la más mínima idea. Si se pregunta por Bolívar dicen «qué malo que era que lo echó a San Martín», cuando el hecho es que San Martín lo llamó a Bolívar porque era Rivadavia el que lo estaba traicionando. Este tipo de cosas es una distorsión profunda. Por eso Martí decía «hay que hacer la universidad americana para desplazar la universidad europea», decía que el pensamiento latinoamericano tiene que injertar las ideas más avanzadas en el campo universal, pero el tronco tiene que ser latinoamericano.
Es decir, desde la propia realidad, desde la propia experiencia vital de los sectores populares heterogéneos de América Latina -así como hizo la burguesía, según dice Romero-, es necesario sistematizar una propuesta, que -insisto- sigue siendo la más avanzada de occidente, precisamente por el carácter de considerar que todos los seres humanos son iguales y humanos. El pensamiento occidental a veces silencia esto, pero a veces lo explícita y, cuando se lo enseña, generalmente nadie lo dice, porque les da vergüenza, pero es un pensamiento de fuerte exclusión y segregación social. Ese pensamiento duró veinticinco siglos. Estos últimos 30 años no le bastaron para mejorar.
En cambio, el pensamiento popular tiene un potencial muy fuerte, no sólo en la Argentina, también en la Argentina está esa tradición, pero hay que pensarlo desde América Latina, porque da una visión mayor y permite no tener una visión provinciana del pensamiento, como si sólo se hubiera gestado en la Argentina, porque América Latina es sincrónica. Por eso, parece mentira cómo desde las dos puntas del continente y sin haberse encontrado Simón Bolívar y Artigas pensaban cosas muy similares. Hay un potencial a investigar en estos modelos de sociedad que requiere la revolución científico tecnológica. Hoy es más necesario conocer lo que enseñan Simón Rodríguez, Artigas o Bolívar que lo que enseñan Bobbio o Habermas.»
De Cuadernos para la Emancipación, número 20